Filosofía del lenguaje ordinario
La Filosofía del Lenguaje Ordinario (también conocida como Filosofía Lingüística) es una escuela filosófica del siglo XX que aborda los problemas filosóficos tradicionales como originados en los malentendidos que los filósofos desarrollan al olvidar lo que las palabras significan realmente en un idioma, y al tomarlas en abstracción y fuera de contexto. Esto implica normalmente evitar las «teorías» filosóficas en favor de la atención a los detalles del uso del lenguaje cotidiano «ordinario». Así, argumenta, la contemplación del lenguaje en su uso normal, puede «disolver» la apariencia de los problemas filosóficos, en lugar de intentar resolverlos.
Así, por ejemplo, al responder a preguntas como «¿Qué es la verdad?», no podemos suponer que existe una «cosa» real que la palabra «verdad» representa. En su lugar, debemos observar las diferentes formas en que la palabra «verdad» funciona realmente en el lenguaje ordinario. En este sentido, los filósofos del lenguaje ordinario tienden a oponerse al esencialismo (la idea de que todas las entidades tienen propiedades intrínsecas que pueden ser discernidas por la razón).
Algunos consideran que la Filosofía del Lenguaje Ordinario es una ruptura total y una reacción contra la «filosofía del lenguaje ideal» del movimiento de la Filosofía Analítica; otros la consideran sólo una extensión de la tradición analítica o una etapa más de ésta. En cualquier caso, se convirtió en una escuela filosófica dominante entre 1930 y 1970, y podría decirse que sigue siendo una fuerza importante en la filosofía actual.
Historia de la filosofía del lenguaje ordinario
La filosofía analítica tendía a descartar el lenguaje por su escasa importancia filosófica, y el lenguaje ordinario por ser demasiado confuso para ayudar a resolver problemas metafísicos y epistemológicos. Sus defensores, entre los que se encontraban el joven Ludwig Wittgenstein, W.V.O. Quine y Rudolf Carnap (1891 – 1970), trataron de mejorarlo («lenguaje ideal»), utilizando los recursos de la Lógica moderna, en un intento de hacerlo más inequívoco y de representar con precisión el mundo, para poder abordar mejor las cuestiones de la filosofía.
Sin embargo, el trabajo posterior e inédito de Wittgenstein, en la década de 1930, comenzó a centrarse en la idea de que tal vez no hay nada malo en el lenguaje ordinario tal como está, y que tal vez muchos problemas filosóficos tradicionales eran sólo ilusiones provocadas por malentendidos sobre el lenguaje y temas relacionados.
Aunque fuertemente influenciada por Wittgenstein y sus estudiantes en Cambridge, la Filosofía del Lenguaje Ordinario floreció y se desarrolló en gran medida en Oxford en la década de 1940, de la mano de Gilbert Ryle, J.L. Austin (1911 – 1960), Peter Strawson (1919 – 2006) y otros, y estuvo bastante extendida durante un tiempo antes de disminuir rápidamente su popularidad a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970.
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