Filosofía de la educación

Filosofia de la educacion

La filosofía de la educación es una etiqueta que se aplica al estudio de la finalidad, el proceso, la naturaleza y los ideales de la educación. Puede considerarse una rama tanto de la filosofía como de la educación. La educación puede definirse como la enseñanza y el aprendizaje de habilidades específicas, y la impartición de conocimiento, juicio y sabiduría, y es algo más amplio que la institución social de la educación de la que solemos hablar.

Muchos pedagogos la consideran un campo débil y vago, demasiado alejado de las aplicaciones prácticas del mundo real para ser útil. Sin embargo, los filósofos que se remontan a Platón y a los antiguos griegos han reflexionado mucho sobre este ámbito y han hecho hincapié en él, y no cabe duda de que su trabajo ha contribuido a dar forma a la práctica de la educación a lo largo de los milenios.

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La era antigua

Platón es el primer pensador educativo importante, y la educación es un elemento esencial en «La República» (su obra más importante sobre filosofía y teoría política, escrita hacia el 360 a.C.). En ella, defiende algunos métodos bastante extremos: retirar a los niños del cuidado de sus madres y criarlos como pupilos del Estado, y diferenciar a los niños adecuados a las distintas castas, recibiendo los más altos la mayor educación, para que puedan actuar como guardianes de la ciudad y cuidar de los menos capaces. Creía que la educación debía ser integral, incluyendo hechos, habilidades, disciplina física, música y arte. Platón creía que el talento y la inteligencia no se distribuyen genéticamente y, por tanto, se encuentran en los niños nacidos en todas las clases, aunque su sistema propuesto de educación pública selectiva para una minoría educada de la población no sigue realmente un modelo democrático.

Aristóteles consideraba que la naturaleza humana, el hábito y la razón eran fuerzas igualmente importantes que debían cultivarse en la educación, cuyo objetivo final debía ser producir ciudadanos buenos y virtuosos. Proponía que los profesores dirigieran a sus alumnos de forma sistemática y que se utilizara la repetición como herramienta clave para desarrollar buenos hábitos, a diferencia del énfasis que ponía Sócrates en interrogar a sus oyentes para que sacaran sus propias ideas. Hizo hincapié en el equilibrio de los aspectos teóricos y prácticos de las materias enseñadas, entre las que menciona explícitamente la lectura, la escritura, las matemáticas, la música, la educación física, la literatura, la historia y una amplia gama de ciencias, así como el juego, que también consideraba importante.

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En la época medieval, la idea del perennialismo fue formulada por primera vez por Santo Tomás de Aquino en su obra «De Magistro». El perennialismo sostiene que se deben enseñar aquellas cosas que se consideran de importancia eterna para todas las personas en cualquier lugar, es decir, principios y razonamientos, no sólo hechos (que pueden cambiar con el tiempo), y que se debe enseñar primero sobre las personas, no sobre las máquinas o las técnicas. Originalmente era de naturaleza religiosa, y sólo mucho más tarde se desarrolló una teoría de perennidad secular.

Época moderna

Durante el Renacimiento, el escéptico francés Michel de Montaigne (1533 – 1592) fue uno de los primeros en analizar críticamente la educación. Inusualmente para su época, Montaigne estaba dispuesto a cuestionar la sabiduría convencional de la época, poniendo en tela de juicio todo el edificio del sistema educativo, y la suposición implícita de que los filósofos con educación universitaria eran necesariamente más sabios que los trabajadores agrícolas sin educación, por ejemplo.

A finales del siglo XVII, John Locke publicó su influyente obra «Algunos pensamientos sobre la educación», en la que afirmaba que la mente de un niño es una tabula rasa (o «pizarra en blanco») y no contiene ninguna idea innata. Según Locke, la mente debe ser educada mediante un triple enfoque: el desarrollo de un cuerpo sano, la formación de un carácter virtuoso y la elección de un plan de estudios académico adecuado. Sostenía que una persona es en gran medida producto de su educación, y también señalaba que los conocimientos y actitudes adquiridos en los primeros años de formación de un niño son desproporcionadamente influyentes y tienen consecuencias importantes y duraderas.

Jean-Jacques Rousseau, en el siglo XVIII, sostenía que existe un proceso de desarrollo, común a todos los seres humanos, impulsado por la curiosidad natural que lleva al niño a aprender y adaptarse a su entorno. Creía que todos los niños nacen dispuestos a aprender de su entorno para convertirse en adultos virtuosos, pero debido a la influencia maligna de la sociedad corrupta, a menudo no lo consiguen. Para contrarrestarlo, abogaba por apartar al niño de la sociedad durante su educación. También creía que la naturaleza humana podía desarrollarse infinitamente mediante una pedagogía bien pensada.

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John Dewey fue un importante reformador educativo progresista de principios del siglo XX. Para Dewey era de vital importancia que la educación no consistiera en la enseñanza de meros hechos muertos, sino que las habilidades y los conocimientos que aprendieran los alumnos se integraran plenamente en su vida como personas, ciudadanos y seres humanos, de ahí su defensa del «aprender haciendo» y de la incorporación de las experiencias pasadas del alumno en el aula.

Rudolf Steiner (1861-1925) fue otro reformador educativo muy influyente, y su modelo de Pedagogía Waldorf hace hincapié en el equilibrio entre el desarrollo del intelecto (o la cabeza), el sentimiento y la vida artística (o el corazón) y las habilidades prácticas (o las manos), con vistas a producir individuos libres que a su vez propicien un orden social nuevo y más libre.

Otros importantes filósofos de la educación del siglo XX son la italiana Maria Montessori (1870 – 1952), el suizo Jean Piaget (1896 – 1980) y el estadounidense Neil Postman (1931 – 2003).

Pedro Leonardo Caldera Vaca
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