Egoísmo

Doctrinas filosoficas de la Etica Egoismo

El egoísmo (o egoísmo ético) es la posición ética según la cual los agentes morales deben hacer lo que está en su propio interés. Esto es muy diferente del egoísmo psicológico (la afirmación de que las personas sólo pueden actuar en su propio interés) y del egoísmo racional (la afirmación de que es racional actuar en el propio interés). El egoísmo, como posición normativa, hace afirmaciones sobre lo que se debe hacer, en lugar de describir lo que se hace. La creencia de que uno debe ser honesto, justo, benévolo, etc., porque esas virtudes sirven a su propio interés es egoísta; la creencia de que uno debe practicar esas virtudes por razones distintas al interés propio no es egoísta.

El egoísmo es una forma de individualismo (una perspectiva que subraya la independencia humana y la importancia de la autosuficiencia y la libertad individuales), y puede ser la base filosófica del apoyo a algunas formas de libertarismo o anarquismo (posiciones políticas basadas en parte en la creencia de que los individuos no deberían impedir coercitivamente a otros el ejercicio de la libertad de acción).

El egoísmo individual sostiene que todas las personas deben hacer lo que beneficia al individuo. El egoísmo personal sostiene que el individuo debe actuar en su propio interés, pero no hace ninguna afirmación sobre lo que los demás deberían hacer. El egoísmo universal sostiene que todo el mundo debe actuar en su propio interés.

El egoísmo contrasta con el altruismo ético, que sostiene que los agentes morales tienen la obligación ética de ayudar o servir a los demás. Sin embargo, hay que señalar que el egoísmo no exige en realidad que los agentes morales se desentiendan o se opongan al bienestar de los demás; simplemente sostiene que la satisfacción del interés propio del agente es la consideración primordial: la acción puede resultar incidentalmente perjudicial, beneficiosa o neutra en su efecto sobre los demás. A veces puede ser necesario sacrificar el interés propio a corto plazo para maximizar el interés propio a largo plazo. La célebre egoísta Ayn Rand (1905 – 1982) sostenía que existía una armonía de intereses entre los seres humanos, de modo que un agente moral no podía perjudicar racionalmente a otra persona de cualquier modo.

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El joven hegeliano alemán Max Stirner (1806 – 1856) fue quizá el primer filósofo que se autodenominó egoísta. Sin embargo, como señaló Friedrich Nietzsche, los antiguos griegos no asociaban la moral con el altruismo del modo en que lo ha hecho la civilización occidental postcristiana, y la opinión de Aristóteles, por ejemplo, es que tenemos deberes para con nosotros mismos, así como para con otras personas y la sociedad en su conjunto.

Críticas al egoísmo

Algunos sostienen que este punto de vista es inverosímil en la práctica, y que quienes lo defienden seriamente suelen hacerlo a costa de redefinir el «interés propio» para incluir los intereses de los demás (aunque eso en sí mismo no negaría necesariamente la posición).

Otros, como Thomas Jefferson, sostienen que uno no puede tener deberes para consigo mismo, porque la obligación requiere dos partes, y por tanto el egoísmo es por definición un tipo de inmoralidad, no de moralidad.

La mayoría de las religiones sostienen que el egoísmo es el producto de una falta de espiritualidad genuina, y muestra la inmersión de un individuo en la codicia y el egoísmo.

Pedro Leonardo Caldera Vaca

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